Intercambiaste tu arena
por mis cenizas
en la clepsamia,
no dejaste vacío mi tiempo,
solo me dejaste vacía todo el tiempo,
y yo no quería más
que un momento más.
Tu tiempo cayó
en mis arenas movedizas,
quedé atrapada
y cuando pude salir,
la arena ya formaba parte de mí,
la necesitaba para vivir,
así que me tuve que ir a un desierto a vivir,
esta desolación
siempre tuvo sol
y esta ilusión se insoló,
no quería ser el sol,
solo tener claridad,
en cambio me dejaste siendo la sombra
de mi sombra.
Embalsé las horas
como si pudiera conservar esa vida
y yo no quería más
que un momento más,
¿apunté demasiado alto?
el disparo fue a lo profundo,
y no hay resentimientos,
ni sentimientos.
Quería un momento más de ti,
pero tu ser no tenía un momento más para mí,
y me tomó un tiempo,
y he vuelto a lo eterno
de mí.
“Te hablaba del minuto justo. Del minuto justo del amor. Te decía que quería mirarte a los ojos y estar segura de que pensabas en mí. (…) Quería que me quisieras justa, exacta, como el minuto donde pudieras encontrarme. Nunca quise de ti una continuidad, sino un alivio, una noción de ser gente, ¿entiendes? Nunca te pedí (…) la ternura. (…) Quería tus ojos cerrados conmigo dentro y tú por dentro de mí. Quería un minuto de ti. Un minuto”.
Filipa Leal en El minuto justo de En los días tristes no se habla de aves (2023).
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