Tú decías que las rosas
tenían semillas envenenadas,
que aunque florecerían algún día
siempre recordaríamos más cómo nos lastimaron con sus espinas.
Aún conservo aquella rosa que me regalaste,
está entre las páginas del libro
con la historia que hicimos
y aún está con el olor de tu perfume.
La suavidad de sus pétalos eran como los besos,
ya está marchita,
aunque su color se destiñó
para mí permanece transparente
porque puedo ver a través de ella:
allí estamos los dos,
nosotros sosteniendo las espinas
con las promesas que nos lastimaron en mantenerlas…
sé que teníamos la esperanza de ver la belleza del amor
y brotar de nuevo.
Aún conservo aquella rosa,
está marchita, demuestra que está sin vida,
pero eso jamás le quitará los puntos de su historia,
aún es bella
y es por los recuerdos que aún tiene en ella.
Yo jamás pensé como tú sobre las rosas,
yo solía contemplarlas con admiración por su belleza y valentía,
para mí, las rosas eran unas guerreras
que se pintaban de rojo
por la intensidad de lo que sufrieron,
las cuales se esforzaban en dar lo mejor de sí mismas
para brotar en ellas y florecer su alrededor.
Para mí, las rosas eran unas guerreras,
que habían sufrido demasiado,
pero no se habían permitido marchitarse,
sus espinas eran sus armas y escudos,
tal vez sus espinas estaban hechas con los cuchillos que les lanzaron
para evitar que crecieran ni florecieran,
ya sabes como es la gente:
ve tu esencia y magia
y tratan de arrebatártela,
te lanzan piedras para matarte
y jamás piensas que te puedes construir con ellas;
tal vez así sucedió con las rosas.
Son tan hermosas
pero debemos de ser cuidadosos,
tocarlas con suavidad
antes de que nos hagan sentir arrepentimiento por su modo de defensa.
Yo solo escribo, mi historia y tu interpretación de la poesía pueden ser distintas, pero siéntete libre de compartirme tu interpretación, opinión, la frase que más te haya gustado o lo que quieras en los comentarios. Gracias por leerme.
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