Noches blancas
sacudiendo a mi lámpara,
todas mis sombras están
en el pie de mi cama
arrastrándome una madrugada más,
no estoy yendo a ningún ningún lugar,
estoy muy cansada como para andar.
Noches blancas
dejándome vacía,
esta habitación se ha vuelto tan sombría
que me arrullan los fantasmas,
cantos fúnebres, el humo va elevándonos
y estamos viendo a los ángeles con sus trompetas,
no te atrevas a decir nada
que esto no será un sueño solamente,
sino algo solemne,
no nos podemos arriesgar,
vela mi sueño y ya,
no me dejes quemarme esta noche
ni utilices mi cera para sellar las cartas
donde tus palabras no me pertenecen,
no seas tan cruel.
Noches blancas
colándose a un espejo,
me separas por dentro
y pierdo mi centro,
astillas mi reflejo
como si fuera un vudú,
nada de esto es cierto.
Noches blancas,
la luna cuelga de mi ventana
y mis cortinas han empezado a derrumbarse,
sus rieles me detienen,
pero la cuerda siempre está a la vista,
a veces recuerdo a mi bisabuelo,
¿él también pudo verse en mí
y decidió no verme crecer más?,
¿él me heredó su aflicción
y por eso su hija me protegía el corazón?,
no, yo elegí este destino,
no el insomnio,
pero sí la droga que utilizo para dormir
y ni siquiera me sirve,
¿es un sueño eterno lo que tú quieres?
y puedo utilizar su efecto para escribir
o para borrarme,
¿qué es lo que de mí quieres?,
¡aquí me tienes!
Noches blancas,
el ruido blanco me lleva a ti,
me desgarras en silencio
y quiero gritar
cuando toda la ciudad duerme
y mi mundo me lleva a la morgue
a reconocer a Plutón,
¿por qué mi planeta
no está en su planetario?,
¿todavía trato de verlo
cuando veo las nebulosas en mi techo?,
no, nada de eso fue cierto,
estoy bien con esto.
Noches blancas,
Isak Danielson está cantando Ceux Qui Rêvent
y todas mis ovejas guían al lobo a atacarme,
no puedo dormir, disécame los ojos
para el sueño eterno.
Noches blancas,
mis cortinas se han llenado de polvo
y dejo la ventana abierta
esperando que el aire las purifique
y solo me ahoga cuando estoy a punto de dormir,
un (sobre)salto me levanta,
espero que la amabilidad del alba
cierre a mis ojos y bese mi frente,
un día de estos perderé mi mente.
Noches blancas y no las de Fiódor Dostoyevski (y qué bueno).
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