Somos
un instante
en un eslabón,
la carga
de la eternidad.
Oh, la cadena
impide llegar
a la eternidad.
Mis rodillas
se han vuelto mis pies,
al menos son más resistentes.
No tiemblo,
me balanceo
mientras abrazo mi cuerpo.
Y todavía creo,
oh, alma, yo te creo.
Y jalo mis cadenas
como si pudiera tumbar sus murallas,
y algo sale,
es mi sangre,
oh, me produce una esperanza,
es breve,
como aquello que conmueve
y no vuelve.
Somos
un instante
en un eslabón,
la vida
es una cadena eterna,
te arrastras hasta el final
y llegas en primer lugar,
oh, siempre fuiste tú,
y nadie estaba esperando por ti,
¿quién pudo haber conocido al prisionero?,
¿el prisionero que se entregó de sí mismo?
oh, solo sangre,
un retrato de la esperanza
cubierto con un velo,
como telas para la herida,
tú, quien se arropo una y otra vez,
renunciando a las cadenas
mientras tejía telarañas,
te sientes libre
solo cuando cazas.
O tal vez yo estoy mal,
estoy confundida,
todavía veo a través de mis marcas,
esta no es mi piel,
aunque sigo en el mismo cuerpo.
Cadenas que te separan,
hilos que te unen.
Siempre resistencia,
pero hay cosas
que no nos podemos aferrar,
la vida se va,
algunas cosas
que nos mantuvieron
con vida también se van.
Es parte de,
un vacío después,
y lo sobrellevamos
hasta creer que lo llenamos.
Somos
un instante
en un eslabón,
la carga
de la eternidad.
Oh, cuánta fragilidad.
La vida
es una cadena
eterna,
y me enlacé
por un instante,
y me até a los detalles,
como si pudieran darme un todo,
encarné en lo que encadenaste,
me volví intangible como la misma muerte,
tú, la carga de mi eternidad,
la cadena en bandada,
siempre fuiste libertad
y solo fuimos un eslabón
de la cadena eterna.
Pues primer poema del 2025, qué bonito. A este poemario le he puesto: un instante de eslabón la carga de la eternidad. Y desconozco qué poemas vayan a surgir, qué vida se pueda vivir, la inspiración que pueda llamar y lo que yo pueda o quiera hablar.
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